Estamos acostumbrados a imaginar que encontrarnos
una herradura nos traerá suerte, pero ésta, semienterrada en la arena justo al
final de uno de los accesos a la playa del Vigía podría haberle traído a
cualquier despistado que la pisara más de un quebradero de cabeza. Todo un
peligro que intentaremos sanear y poner a funcionar en aras de la fortuna.
Curioso e inquietante la que podría liar un caballo
descalzo...
Federico Soubrier
Federico Soubrier