Playa de Mazagón |
Después de pasar el fin
de semana en la localidad de Mazagón, donde poseo una segunda residencia, debo
resaltar, con gran satisfacción, el civismo en general de la población.
A la hora de comprar,
colas con las distancias de seguridad correctas, uso generalizado de
mascarillas, etc.
En la playa, igualmente
distancia entre sombrillas y unidades familiares y los informadores –quizás
demasiado “abundantes”- correctos cumpliendo con la obligación marcada.
… Y ahí es donde
quisiera hacer llegar mi sorpresa cuando a mis nietas -de 6 y 8 años- (igual
que a otros niños pequeños) se les indica que no pueden usar esas tablitas para
jugar en las olas.
Como médico, no veo
razones sanitarias para dicha medida. Comprendo que no se juegue con palas por
aquello que la pelotita puede ir a parar donde no debe, igual con el juego de
balón: ¿pero que a un chiquillo se le obligue a salir del agua por no poder
usar un rosco flotador? (Lo he visto con mis ojos).
Creo que las normas
deben ser generales para después adaptarlas a las particularidades. No veo
razonable seguir castigando a los niños, que bastante bien se han portado en el
confinamiento, impidiéndole disfrutar de cosas “propias de niños” siempre con
la vigilancia de los mayores.
Las normas son,
evidentemente, para cumplirlas y de eso se bastante pero en lo que esté en
manos del ayuntamiento, a nivel local, deberían replantearse alguna variación
que no siga perjudicando a los más indefensos por su corta edad.
FRANCISCO CHECA RUIZ