Foto: huelvaya |
Fuente: https://huelvaya.es/
(Firma: Federico Soubrier) Con cuatrocientos ochenta brotes activos y casi seis mil contagiados de COVID (el que se aletargaría con el calor) diseminados por el territorio nacional, hoy viernes que se registran más de 1500 infectados en las últimas 24 horas, comienzan una gran mayoría de nuestros compatriotas las vacaciones de agosto.
Como de costumbre, el destino preferente serán las playas de nuestro extenso litoral, entre las que por supuesto se encuentran las de Huelva y entre ellas, esta desde donde redacto este autoreflexivo texto, la de Mazagón.
Ciertamente aquí los cuatro mil afincados durante todo el año, ya hemos sufrido con impotencia el multiplicarnos hasta veinticinco mil como todos los meses de julio, cuestión que de salida no es un problema, si no se colasen entre ellos, sobre todo los fines de semana, hordas de maleducados que inundan nuestro maravilloso entorno con basuras e inmundicias que hipotéticamente tendrían que introducir en los contenedores habilitados al efecto o en último lugar retornar a sus jodidas viviendas. Siendo lo anteriormente referido un mal menor desde el punto de vista sanitario, salvo algún que otro corte provocado por cristales o latas, ahora nos tenemos que enfrentar a un infortunio mayor.
Aunque no existe previsión sobre el número de desplazamientos de largo recorrido a nivel nacional que se van a producir debido al cambio de mentalidad social que el virus haya podido generar en la población, si dividimos los 47 millones del agosto 2019 por ejemplo por dos, nos quedaríamos seguramente cortos y, nos saldría 23 millones de vehículos cargados con sus respectivos ocupantes, sus maletas y, en algunos casos, sencillamente por estadística, su correspondiente dosis de COVID, evidentemente de incógnito, pero también de vacaciones, y no lo podemos obviar.