Los
que tenemos ya una edad recordamos con nostalgia aquellos cines de verano que
marcaron nuestra juventud, en una época en la que lo más grandioso del ocio era
el séptimo arte. La oferta era atractiva, dos películas por el precio de una:
una de romanos y otra del Oeste. Poco importaba la trama de la película, pues
lo verdaderamente interesante era aquel bocadillo de mortadela que nos
zampábamos, mientras el Sheriff
perseguía al forajido pistolero por el desierto de Arizona. Eran otros tiempos.
Pero
ahora que el coronavirus nos ha limitado todos los tipos de ocio y diversión en
espacios cerrados, y que nuestros huesos se han acostumbrado ya a las gélidas
temperaturas de las terrazas de los bares, no sería nada descabellado volver a
recuperar la esencia de los cines al aire libre en esta época del año, respetando, eso sí, las medidas higiénicas y de distanciamiento. Y por
qué no en un autocine, habilitando cualquier solar baldío, que bien pudiera ser la explanada de la playa de Las Dunas, donde podamos disfrutar de la experiencia de ver cine desde el
coche al más puro estilo americano… Es solo una idea más para que este puñetero
virus no siga adueñándose de nuestras vidas.
José Antonio Mayo
Abargues