30 abril, 2021

AVES DE MAZAGÓN: EL CUCO COMÚN

EL CUCO COMÚN

Pocas veces se le ve claramente al descubierto, más allá del atisbo de una esquiva sombra gris de tamaño medio volando rauda de copa a copa de árbol. Sin embargo, sí es fácil que llegue a nuestros oídos la emisión insistente de su canto, que no en vano es uno de los más característicos y fácilmente reconocibles de toda la avifauna europea.

Cuco común, macho. Foto: Rafael R. Porrino
Por Rafael R. Porrino

El cuco común Cuculus canorus arriba cada año a nuestros bosques en la segunda quincena de marzo, procedente de sus lugares centroafricanos de invernada, y permanece aquí hasta los meses de julio a septiembre, cuando migra de nuevo a latitudes meridionales para pasar el invierno. Sin embargo, su inconfundible “cu-cu/cu-cu” se escucha apenas durante las primeras semanas de la primavera, pues los machos dejan pronto de cantar.

La cola del Estero Domingo Rubio es hogar de algunas parejas de cucos. Foto: Rafael R. Porrino

Es el cuco un ave curiosa en muchos aspectos. Lo es por su propio aspecto físico, pues su plumaje barreado de blanco, coloración gris azulada, pico fuerte y silueta de alas afiladas y cola larga le asemejan en cierto modo a aves de presa como el gavilán o incluso el cernícalo. Las hembras, por su parte, presentan la particularidad de tener dos morfos de coloración, uno gris y otro -menos frecuente- rojizo. Las patas son diminutas en relación al tamaño del cuerpo, y su anillo ocular amarillo intenso también destaca.

Por su silueta y plumaje, el cuco se asemeja en cierto modo a rapaces como el gavilán. Foto J.A. Sencianes

No obstante lo anterior, es su poco común comportamiento reproductivo el que le ha dotado de fama; se trata de un ave de las consideradas como parásitas de puesta, esto es, no construye su propio nido ni saca adelante a su prole, sino que la hembra aprovecha un despiste de otros pájaros para endosar sus huevos en nidos ajenos, retirando a la par un huevo del hospedador del nido en el que pone el suyo. Así pues, serán los engañados padres postizos los que incubarán el huevo del cuco y los que posteriormente volcarán en el pequeño intruso todos sus esfuerzos de crianza, puesto que además el pollo de cuco normalmente arroja fuera del nido a los huevos o a los otros polluelos que van naciendo.

Cuco cantando, recién llegado de su invernada africana. Video: Rafael R. Porrino

Los astutos cucos escogen con frecuencia aves de tamaño menor para parasitarlas, por lo que únicamente depositan un huevo por nido, de manera que el pollo de cuco pueda acaparar todo el alimento que aporten los padres adoptivos. La lista de especies de las que el cuco “se aprovecha” es larga, estando entre los más habituales en nuestra zona pequeños paseriformes como el carricero común, el zarcero común, el ruiseñor común, las currucas cabecinegra y rabilarga, la tarabilla europea e incluso el diminuto chochín.

El anillo ocular y el ojo amarillo resaltan. Foto: Rafael R. Porrino

En cuanto a su alimentación, a pesar de su aspecto un tanto fiero y del temor que infunde en otros pájaros, come casi exclusivamente pequeños invertebrados, principalmente larvas de insectos (sobre todo, orugas de mariposas y polillas).

En ocasiones el esquivo cuco se posa muy al descubierto. Foto J. A. Sencianes

Por todas estas características -y a pesar, no obstante, de su carácter esquivo- el cuco es un ave que no pasa desapercibida, siendo muy conocida por las personas que residen en entornos rurales. Como ejemplos de la presencia del cuco en la cultura popular tenemos refranes y coplas que asocian la llegada del cuco con el inicio de la primavera, y dichos como “ser muy cuco” (en referencia a su astucia), “los berros hay que cogerlos antes de que los cague el cuco” (el berro es una planta comestible, pero que espiga a flor y sabe amarga cuando entra la primavera y ya se escucha a los cucos cantar) y muchos otros, e incluso es protagonista de un ingenio tal como el reloj de cuco.

Haciendo una espera al cuco en el entorno de Mazagón. Foto: Rafael R. Porrino

Es el cuco común una especie ligada a ambientes forestales de muy diverso tipo. Sin embargo, en Mazagón y alrededores es más bien escaso, por cuanto rehúye las masas homogéneas de pinares y las playas de nuestro entorno. Aparece sobre todo en la orla forestal de las lagunas del complejo húmedo de Palos-Las Madres, en la cola del Estero de Domingo Rubio, y en los sotos del arroyo de La Rocina y sus cabeceras. En estos lugares podremos escucharlo con relativa facilidad en las últimas semanas de marzo y las primeras de abril, si bien para verlo necesitaremos una buena dosis de paciencia y aguardar en silencio escondidos entre la vegetación.

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