El Comentario TV entrevista a
Roberto Centeno, Catedrático de Economía de la Escuela de Minas y ex miembro
del Consejo Nacional de Energía
España tiene más regasificadoras que todo el resto de Europa. Los enormes peligros de estas instalaciones, silenciados deliberadamente, deben ser conocidos por los ciudadanos, para que se puedan parar los proyectos en marcha que afectan a ciudades y zonas con gran densidad de población.
Fuente: El Comentario TV
Transcripción de la entrevista
La pasada semana tuve la
ocasión de presenciar directamente en la costa sur de la Florida la
intervención fulminante y expeditiva de una patrullera y un helicóptero de la
Guardia Costera Norteamericana, obligando alejarse de la costa a un gran
transporte de gas líquido, que se dirigía, según supe después, a la Terminal de
Leysar en Lousiana y que se había acercado demasiado, tal vez para ganar
tiempo, al área de Keywest en la puerta sur de la Florida.
Y es que estos buques,
por el tremendo peligro que conllevan, pues son auténticas bombas flotantes,
tienen prohibido acercarse a la costa a menos de 20 millas y los
terminales donde descargan se encuentran todos muy alejados de zonas habitadas.
Y el tema no es para
menos; el gas natural licuado es el explosivo más potente que se conoce,
exceptuando las armas nucleares, y un gran metanero que transporta entre 100 y
200 mil metros cúbicos de gas licuado, en caso de accidente o atentado
terrorista desencadenaría un radio de destrucción equivalente al de 20 ó 30
bombas nucleares similares a las de Hiroshima, de ahí que el Quaswar, actúe con
absoluta contundencia ante la más mínima vulneración de las normas.
Y es debido precisamente
a su alto poder destructivo que los metaneros figuren en segundo lugar en la
lista de objetivos prioritarios de Alkaeda, después de las plantas separadoras
de gas de los campos saudíes, cuya destrucción llevaría el crudo a más de 500
dólares.
Pues estas precauciones
elementales de un Estado responsable no existen en España, somos el único país
del mundo donde los metaneros se acercan sin limitaciones a zonas densamente
pobladas, como es en caso de Barcelona, donde si ocurre un accidente, un
atentado, las ¾ partes de la ciudad quedaría arrasada en cuestión de segundos,
porque la deflagración del gas líquido es tres veces más rápida que un
artefacto nuclear, como señalaba recientemente el Instituto de Análisis de
Seguridad Global en Washington, si alguien ubica una terminal de gas en un área
urbana la convierte en un objetivo terrorista de primera clase.
Pues bien, la situación
es muy clara, terminales de gas y metaneros constituyen un peligro letal para
las zonas circundantes en un radio de, al menos, 15 kms.
La responsabilidad en la
que han incurrido y están incurriendo los políticos y los empresarios que han
permitido esta auténtica locura es ilimitada, porque en caso de accidente o
atentado estamos hablando de un millón de muertos y mientras tanto el peligro
se ha incrementado exponencialmente por número, por volumen y por peligro real,
tanto que en el caso de Barcelona, que es el más grave, el terminal de
almacenamiento equivale a tener un depósito de cabezas termonucleares al aire
libre, sin protección especial, en el puerto franco, a poca distancia del
centro de la ciudad.
Y la pregunta es ¿Pero es que se han vuelto todos locos? por lo que aquí estamos hablando de un peligro potencial, mil veces mayor que de una central nuclear, ¿Dónde rayos están aquí las asociaciones ecologistas? ¿O es que esto les es menos rentable que hablar del cambio climático o el antinuclear?, sólo un país desinformado y anestesiado como es el nuestro, es concebible este tipo de situaciones que ponen en riesgo cierto las vidas y haciendas de millones de personas sin que la sociedad se movilice masivamente frente a ello.