Los náufragos se mostraron muy agradecidos
con los carabineros de la costa, que les proporcionaron alimentos y toda clase
de ayuda ya que se encontraban sin abrigos y castigados por la lluvia y el
viento.
Foto: https://pinceladasdelahistoriadebonares.blogspot.com/2020/08/el-vapor-admiral-rooke.html
Se menciona en el Lloyd Español del 20 de Marzo de 1890 el naufragio del día antes de ayer Sábado sobre las 7 de la mañana embarrancó en la salida de la barra el vapor inglés de 1.000 toneladas, “Admiral RooKe”, que cargado con mineral salía para Inglaterra. Se sospecha que con el vendabal de estos días se ha perdido por completo .El capitán del barco no pudo conducir con precisión a causa de la fuerte niebla reinante en aquellos momentos acompañados de tormentas, lo que pidió al oficial del practico esperar a la nueva marea, con la esperanza de que ésta los pusiese a flote; pero fue todo lo contrario con entrada de mar gruesa, que empezó a empujar cada vez más al Admiral Rooke hasta la costa de Castilla, que iba poco a poco enterrándole en la arena.
Se da la paradoja que hace cuatro años y medio poco o más en el mismo sitio embarrancó otro vapor francés llamado el “Marmora” cargado con pipas de vinos que dejó con su hundimiento centenares en la playa de Torre Arenilla hasta la de Oro numerosas barricas, que fueron arrojada por el mar hacia la orilla.
Iba a bordo del navío Admiral RooKe además de los tripulantes, un matrimonio
con cinco niños el mayor de ocho años a nueve años, además de encontrarse la
señora embarazada de ocho meses, y dos pasajeros, don Luís Claus y otro cuyo
nombre no conocemos hasta ahora.
Durante este día los tripulantes hicieron el gran esfuerzo para llevar un cabo
a tierra, pero todo fue inútiles por la violencia del temporal que puso en
inminente peligro la vida de los marinos ocupados en esta faena.
El día siguiente Domingo fueron algunas personas a la playa del “Picacho” pero
la falta de medios hizo imposible que le prestaran los socorros necesarios para
su salvamento que su apurada situación pedía. En tan duros momentos, nuestro
amigo el señor don Gabiso Spier, agente comercial de la Compañía de Río Tinto,
citó a todas las tripulaciones de los buques ingleses surto en la bahía, que
eran cinco, y les expuso la situación de los náufragos; por fortuna uno de los
capitanes del navío “Pierremont” tenía dos cohetes lanzas cables y por fortuna
también bastó para llevar al vapor naufragado un cable que por él, en una
especie de saco o bolsa de lona fuesen bien atados por su seguridad
descendiendo a la playa los pasajeros. Estando el cable bien sujeto en tierra y
el otro extremo en la cofa del palo mayor, Esta operación se verificó el lunes
por la mañana en donde se produjo el desembarco de la señora embarazada citada
anteriormente, demostrando hasta donde es capaz de llegar el espíritu humano
cuando se apodera de él instinto de conservación de como en medio de una lluvia
torrencial que enviabas las nubes, de las fuertes rompientes de las olas
embravecidas, y de los chasquido y latigazos producido por el fuerte viento
huracanado, cuando el mar amenazaba de un momento a otro tragarse el buque, esa
señora, en el estado que ya se indicó, sube por la movible escala de alambres
hasta lo más alto del palo mayor para convertirse en un punto de partida de un
viaje aéreo. Allí, con los ojos vendados y atada a un sillón, dejándola
descender por el cable suspendida sobre el abismo. Leer más
José
García Díaz, Pepe el Carnicero