José Millán García |
Siempre me enseñaron que una persona fallece cuando deja de ser recordada, hoy Pepe está más vivo que nunca, lo tengo instalado en mi cabeza, hoy está presente en todo momento, será así por mucho tiempo, sé que los que lo aman de verdad, que son muchos, jamás lo olvidarán, es muy grande la huella marcada en su andar por este mundo, es muy grande la aportación que vuelca en nuestras vidas, son muy gratos los momentos vividos, son importantes sus consejos y son recíprocos sus sentimientos.
Pepe, hoy me viene a la memoria una letra de Patxi Andión:
“Con el alma en una nube y el cuerpo como un lamento se va el maestro”.
Hoy he aprendido que lo verdaderamente importante es dejar huella, el cuerpo y la mente se van deteriorando con el tiempo, pero las enseñanzas y los sentimientos perduran.
Pepe, sólo me queda darte las gracias por permitirme ser tu amigo, por dejarme
estar a tu lado en algunos momentos imborrables, por hacerme feliz y, sobre
todo, sobre todo, por enseñarme a querer y respetar a mis amigos tanto como a
mis hijos, aprendido de tu comportamiento y tus palabras, gracias por hacerme
más tolerante. Gracias, en mí sigues tan vivo como siempre, en el tute que
echemos en breve estarás enfrente de mí y cuando levante la vista veré tus ojos
bonitos guiñándome para marcarme treinta y una.
Francisco Javier Carrión Martínez