CANCELA DEL LORO CON CADENA Y CANDADO NUEVOS
Cancela cerrada con cadena y candado |
Después de unos días, que nos habían informado que la cancela del antiguo aparcamiento del Pico del Loro estaba sin cadena y candado, primero sólo cerrada con el cerrojo, y luego abierta de par en par, hoy hemos podido comprobar personalmente que a las 9 de la mañana estaba abierta, pero cuando volvimos a pasar a las 11:45 estaba CERRADA CON CANDADO Y CADENA NUEVOS. Además, habían reparado el primer tramo a la derecha de la alambrada junto a dicha cancela.
Recordamos que este camino
alternativo al camino histórico del Loro, y dicho camino histórico que va paralelo
al margen izquierdo del arroyo del mismo nombre, se unen un poco más adelante,
antes de llegar al antiguo cuartel de la Guardia Civil (que se construyó sobre
un anterior cuartel de carabineros), la residencia de verano Duque de Ahumada y
el aparcamiento del Pico del Loro. El camino rodea las antiguas instalaciones
de la Guardia Civil, y va bajando a la playa; el tramo final es un sendero
entre la vegetación y un cañaveral.
Cartel Vereda del Camino del Loro |
El camino de la cancela,
como decimos es un camino alternativo al Camino del Loro y Vía Pecuaria Vereda
del Camino del Loro, vereda que han deslindado coincidiendo con el curso del arroyo
del Loro, pero con una anchura de 20 metros. Y tanto el camino, como la vereda,
como el arroyo están CORTADOS POR UNA ALAMBRADA sin puertas, a unos 80 metros a
la derecha de la cancela, y estos son los accesos que, están cortados
ILEGALMENTE, aunque el camino de la cancela, lleva en servicio muchos años, y
lo arreglaron a raíz de unas maniobras conjunta hispano-americana en 1964.
Tampoco tiene mucho sentido
que se empeñen en mantener cerrado este corto camino asfaltado, pues es un
camino que se ha estado utilizando, como mínimo, cerca de 60 años para ir a la
playa y Torre del Río del Loro, y que ahora está casi reservada en exclusiva a
los clientes del Camping Doñana.
Plano de 1898 donde aparece el camino del Loro (histórico) junto al arroyo. |
Diego Quintero Martín