Juan Antonio Guzmán nos tiene acostumbrados a las publicaciones de muy buenos libros de poemas, desde que apareció en 1979 su primera obra, No fuimos lo pensado, hasta la actualidad; con la última, Perseidas, en este 2021. Y en el resto de su creación, siempre dentro de la lírica, ha mantenido esa alta calidad. Pero ahora nos deleita con este cuento, en el que lo que ha variado es el género literario, pero no la calidad, porque nos sorprende con un relato lleno de total exquisitez, contando unos hechos imaginarios, en parte, situados en un ambiente agrario que él conoce muy bien, por su origen bonariego.
Con Juanito Algarabía y el Río Seco, el autor nos habla, con un enfoque abiertamente mágico, de unos niños que llevan a cabo sus juegos en plena naturaleza o bien en el doblado o soberado de Juanito; nos habla de sol, río (seco en este caso); arroyo, barro, árboles, plantas, campos, frutos…; todo un delicioso conjunto de elementos que han hecho las delicias de los niños que han tenido la suerte de nacer en un pueblo.