El
baúl que utilizaban en sus viajes Juan Ramón y Zenobia es la pieza expositiva
que durante este mes de octubre presidirá el recorrido por la casa-museo de
Moguer. Tras su restauración, el baúl puede admirarse en el patio central de la
casa tras ser presentado ayer por la concejala de Cultura Eva Rodríguez y el
director de la Fundación del Nobel, Antonio Ramírez Almanza.
El baúl tras la restauración de Mª José Parrado |
Se trata de un
baúl tipo maleta de cabina diseñado sobre todo para camarotes de barcos de
vapor, construido en Estados Unidos por la firma Excelsior Trunk Co y con medidas de 77 cm de largo, 46 cm de
ancho y 33 cm de alto, un interesante objeto que acompañó al matrimonio Jiménez
en muchos de sus viajes, y que forma
parte de su legado personal a la casa-museo.
Tras un
complicado proceso de restauración realizado por la especialista María José
Parrado, el baúl, que se encontraba bastante deteriorado, luce ahora un
magnífico aspecto ocupando un lugar de privilegio en el recorrido museográfico
por el espacio juanramoniano.
El baúl
presentaba severos deterioros en toda su superficie fruto de golpes, arañazos y
el propio desgaste de su uso, lo que había provocado pérdidas de la capa
superficial que además presentaba agujeros de grapas, restos de papel de
etiquetas arrancadas, fisuras, manchas o malformaciones debidas a la sequedad.
También los elementos metálicos como la cerradura, que se encontraba forzada y
rota, o las abrazaderas, presentaban un alto grado de corrosión.
Así pues, el proceso
de restauración ha
consistido en la
eliminación del polvo
y la suciedad del baúl, la
hidratación de la cubierta para mejorar su elasticidad y resistencia; y la reintegración cromática de la pieza a la que se ha dotado de una protección
final. En cuanto a las piezas metálicas, se ha realizado una exhaustiva
limpieza química y mecánica para intentar dejar su superficie lo más limpia y
suave posible.
Concejala de Cultura y director de la Fundación del Nobel |
Mención
aparte merecen las etiquetas que
conserva adheridas el baúl, hasta un total de 12 superpuestas unas a otras,
provenientes de compañías de tren y barco,
que dan
idea de la gran historia
de este elemento de viaje y del
intenso uso que dio
a la maleta el matrimonio Camprubí-Jiménez al contar con referencias a sus viajes a Washington, Connecticut, Buenos Aires, Boston, Nueva York o Puerto Rico, entre otros destinos, lo que convierte
a este singular elemento en una pieza de enorme interés que puede admirarse
ahora en la casa-museo junto a unos paneles en los que se explica mediante
fotografías y explicaciones técnicas en complicado proceso de restauración
realizado por María José Parrado.