Alcornoque en el carril del
Acebuche a Los Cabezudos.
Bajo la sombra de este viejo
alcornoque, situado en un paraje perdido de Doñana, cuelgan numerosos collares
de rehalas con las chapas identificativas y los colores distintivos, una genial
idea que honra a los que en su día fueron sus dueños. Es, al menos, un buen
gesto en recuerdo a estos animales que nacieron condenados a una vida peligrosa
y corta.
Es cierto que la caza es el
principal motivo de abandono de los perros, pero también es cierto que no todos
los cazadores son personas desalmadas que maltratan a sus perros y los dejan en
la cuneta o en el campo cuando ya no les son útiles. Ahora que se está hablando
tanto de la polémica Ley de Bienestar Animal, detalles como este, por parte de los
cazadores, dice mucho en defensa de esta práctica, el tercer deporte con mayor
número de federados después del fútbol o el baloncesto, aunque el debate de la nueva ley se presenta complicado, ya que unos sostienen que los perros de
rehala no se tienen exclusivamente para dar compañía a sus dueños, sino con
fines cinegéticos; y otros, sin embargo, pretenden que sean sometidos al mismo régimen
de vida de una mascota. La polémica está servida.
Collares
de rehalas con las chapas identificativas y los colores distintivos.
Fotos:
José Antonio Mayo.