¿Es posible desconectar del sistema?
Poblado forestal de La Mediana/José Antonio Mayo. |
A veces, cuando me cabreo con
el mundo y me superan los problemas, pienso en huir del entorno social que me
rodea a un lugar lejano para evitar esa inestabilidad emocional, tóxica y
destructiva. Ese lugar que siempre ronda en mi cabeza es La Mediana, un
poblado forestal abandonado, ubicado en el Parque Natural de Doñana, lejos de
la civilización; poblado que visito con mucha frecuencia porque siempre me ha
llamado poderosamente la atención por la paz y la tranquilidad que me
transmite. La Mediana es un paraje realmente idílico, donde uno puede recuperar
su libertad y vivir sin estrés ni ansiedad, respirando aire puro y rodeado de
naturaleza.
Vivir aislado y cambiar el
paisaje urbano por el natural es posible, aunque pueda parecer una utopía, pero
hay que estar muy preparado psicológicamente para ello, no es fácil desconectar
del sistema. Este mundo en el que vivimos nos ha hecho esclavos del
llamado “progreso”, y hemos convertido lo superfluo en una necesidad
imprescindible, en detrimento de las cosas esenciales de la vida, sin darnos
cuenta de que la vida es algo más que tecnología.
El confinamiento de esta
pandemia fue muy duro para todos, pero nos hizo reflexionar sobre esas
“necesidades” de las que somos dependientes. Muchas de nuestras actividades
cotidianas se vieron paralizadas durante más de tres meses, algo que nunca
antes nos había ocurrido y que nos hizo prescindir de numerosas cosas de las
que disfrutábamos hasta entonces. El coche, que hace muchos años dejó de ser un
lujo para convertirse en una necesidad, se pasaba semanas aparcado en la calle
y no pasó nada, todos nos acostumbramos a vivir de una manera más tranquila,
más relajada. Sin embargo, si nos hubiéramos quedado sin Whatsapp solamente un
día, el pánico se hubiera adueñado de nosotros. Recordemos la última caída de
Whatsapp, Facebook e Instagram el pasado mes de octubre, que dejó a millones de
usuarios sin comunicación. Fueron solo seis horas, pero en Estados
Unidos muchos usuarios llegaron a llamar a los servicios de emergencia
como si les faltara la vida.
Es posible desconectar del
entorno social, claro que sí, pero por esa libertad hay que pagar un precio
demasiado alto, pues dejando a un lado lo material, hay muchas necesidades
elementales que cubrir como seres humanos, como pueden ser, el afecto, la
creación, o la atención sanitaria, entre otras.
Para los que vivimos en
Mazagón, adaptarse a la vida en La Mediana no sería un cambio demasiado brusco,
ya que en esta población tenemos demasiadas carencias y estamos acostumbrados a
vivir con mucha frecuencia sin los servicios más básicos, como el agua, la luz
o el teléfono, por los continuos cortes que sufrimos en el suministro; si bien
es cierto que siendo realistas, las posibilidades de éxito no serían muchas. En
fin…, yo de momento he decidido seguir en Mazagón porque a La Mediana todavía
no llega la fibra óptica.
José Antonio Mayo Abargues