José
Antonio Mayo Abargues
El Estado
debe garantizar el agua potable a todas las personas para su uso personal y
doméstico porque es esencial para la vida, pero mantener las reservas de agua
no es solo responsabilidad del Estado. La industria; la agricultura; la
hostelería y todos los ciudadanos estamos obligados a hacer un buen uso de este
bien común y limitado.
Estamos padeciendo una
sequía histórica como nunca la habíamos visto, hasta en las zonas más
lluviosas del norte de España falta agua. El cambio climático y la mala gestión
del agua, son los responsables de lo que va camino de convertirse en un
desastre natural de muy graves consecuencias para las personas, el medio
ambiente, la agricultura, la ganadería y la industria. Este recurso se
está agotando y nadie debe ser indiferente.
España es una de las zonas de la Unión Europea más afectada por la
sequía, según el informe ‘Sequía en Europa’, publicado por la Comisión Europea
el pasado mes de julio. Las reservas hídricas españolas están en el 36,9% de su
capacidad, datos publicados el 23 de agosto por el Ministerio de Transición
Ecológica y Reto Demográfico (MITECO). Varios municipios de diferentes
comunidades autónomas ya han comenzado a aplicar serias restricciones para
afrontar este déficit.
De persistir la anomalía
climatológica no sería de extrañar que algunos de los pueblos más afectados
comiencen a sacar a sus santos en procesión para rogar que llueva, como ocurrió
en la última sequía del mes de febrero de este año. Para muchos escépticos
estas antiguas tradiciones son solo un mito, aunque en muchos casos se ha
llegado a producir el “milagro” con la llegada de lluvias que han mitigado la
escasez de agua, haciendo honor al refrán “la fe mueve montañas”.
El Espacio Natural de Doñana no iba a ser una excepción, pues está sufriendo el periodo más largo de sequía registrado en las últimas décadas, y eso se nota en la disminución del censo de aves que ha sido considerablemente menor al de años anteriores. Por el arroyo de La Rocina, uno de los principales aportes de agua a las marismas del Parque Nacional, no ha corrido apenas agua en el invierno y la situación es muy preocupante, si bien en el paisaje de Doñana todavía podemos encontrar lagunas y charcos espectaculares, echándole un pulso a la sequía en pleno mes de agosto, como la laguna de Moguer o el Charco de La Tahona, que albergan numerosas especies vegetales y animales. Son auténticos oasis en medio del desierto.
La situación de Doñana es crítica. Diferentes organizaciones ecologistas vienen alertando desde hace años de la galopante sequía que sufre el Parque. A la falta de precipitaciones hay que añadir la extracción de agua para la agricultura de los frutos rojos en el Entorno de Doñana y la excesiva extracción de agua para el abastecimiento urbano de la zona de Matalascañas, una sobreexplotación de los acuíferos que está pasando factura a la reserva natural más importante de Europa. O se toman medidas serias contra la sequía o a esta joya de la naturaleza le espera un futuro desolador.
El Estado debe garantizar el
agua potable a todas las personas para su uso personal y doméstico porque es
esencial para la vida, pero mantener las reservas de agua no es solo
responsabilidad del Estado. La industria; la agricultura; la hostelería y todos
los ciudadanos estamos obligados a hacer un buen uso de este bien común y
limitado.
El ahorro en el consumo
doméstico es muy importante: poner la lavadora y el lavavajillas solo cuando
estén llenos y con los programas de ahorro; si se friega a mano no hacerlo
dejando correr el agua; ducharse en vez de bañarse; cerrar el grifo mientras
nos lavamos los dientes o nos enjabonamos en la ducha, gastando el agua
imprescindible, son pequeñas cosas que ayudan a ahorrar gran cantidad de agua.
Para implicar a todos los
ciudadanos en el ahorro son necesarias campañas eficaces de concienciación y
sensibilización social, campañas que no solo se limite a la colocación de
cartelería en los municipios y publicaciones en redes sociales y páginas web,
sino que vayan más allá, explicando directamente al ciudadano, mediante
jornadas divulgativas, charlas y coloquios informativos, sus causas y
consecuencias, así como la importancia de utilizar el agua de una manera
responsable.
El agua no debería ser un negocio, pero desde que la gestión de la misma se puso en manos de empresas privadas, como es el caso de Aqualia en Andalucía, este bien común ha dejado de ser un derecho humano y se ha convertido en un negocio boyante para estas empresas, y para los ayuntamientos que se desentienden de su gestión y obtienen un sustancioso beneficio por la concesión del servicio. Todos sabemos que beber agua del grifo de nuestra casa no es gratis; es un servicio por el que tenemos que pagar cada día más, y si no pagamos el recibo nos cortan el suministro. ¿Dónde está ese derecho humano?
José Antonio Mayo Abargues