Por Rafael R. Porrino
A buen seguro, todo asiduo o visitante de las playas de Mazagón habrá reparado en unos pájaros blancos que se lanzan en picado desde el aire al mar, sumergiéndose de cabeza en el agua cerca de la orilla. Se trata de unas avecillas pertenecientes a la especie llamada charrancito común (Sternula albifrons), si bien este comportamiento también es propio de otros alados, de algunos de los cuales ya hemos hablado en estas páginas.
Al
igual que ocurre con muchas otras aves de nuestro entorno, el charrancito común
es una especie estival y migratoria; es decir, que llega a sus zonas de
reproducción europeas sobre el mes de abril, para abandonarnos de nuevo en
septiembre-octubre poniendo rumbo a sus lugares de invernada en la costa
occidental de África. Sin embargo, en los últimos años se quedan algunos
ejemplares en las playas y humedales costeros de Huelva durante la estación
fría.
El
charrancito común es un ave costera de pequeño tamaño y vuelo raudo y
nervioso, que además tiende a ser muy vocálica, amenizando sus vuelos y
picados con característicos chillidos. Los adultos son prácticamente
inconfundibles, pues presentan un plumaje blanco con partes superiores gris
pálido, dando en vuelo apariencia -bajo el fuerte sol veraniego- de aves de un
tono casi níveo, sólo interrumpido por su cabeza negra con dos bridas
desde la base del pico que dejan un llamativo
espacio blanco en la frente (de donde procede su apelativo latino “albifrons”).
Presenta pico amarillo-anaranjado con una pequeña mota negra en la punta, y
patas naranjas, si bien ambas partes no emplumadas se oscurecen durante el
invierno.
Los jóvenes, en cambio, presentan un dorso gris más oscuro y con escamas marrones, además de alas más oscuras, patas de tonos apagados y pico negruzco. Desde bien pronto aprenden a pescar, no obstante lo cual continúan durante semanas requiriendo alimento a sus padres posándose junto a ellos o persiguiéndoles chillando en vuelo, comportamiento que se repite en distintas especies de charranes.
Para reproducirse compone colonias que suelen ser de tamaño mediano o pequeño, si bien algunas alcanzan dimensiones mayores, así como hay parejas que tienden a reproducirse en solitario. Anidan siempre en el suelo cerca de costas, salinas y humedales, donde seleccionan espacios abiertos y con escasa vegetación, como arenales, diques, muros de marismas o incluso caminos.
Durante la primavera no es infrecuente observar a los machos cortejando a las hembras. Este ritual consiste en el ofrecimiento de pececillos recién pescados, que el macho lleva en el pico mientras camina “pavoneándose” ante la hembra emitiendo su característico grito, para acabar entregándole a su pareja la presa. Habitualmente, a ello sucede una breve cópula.
Los charrancitos se alimentan especialmente de pececillos de tamaño pequeño, si bien también capturan pequeños cangrejos e incluso algunos insectos. La forma típica de pesca implica vuelos rápidos y nerviosos, cernidos en el aire y posterior zambullida en el agua tras un vertiginoso picado cabeza abajo. Si la operación tiene éxito, normalmente el ave se marcha con el pez en el pico hasta su nido, para allí entregarlo a sus polluelos.
El charrancito común tiene una amplísima área de distribución mundial, abarcando grandes zonas de los continentes europeo, africano, asiático y oceánico. Sin embargo, en pocos países puede considerarse como común y bien distribuido, pues tiende a ser escaso y de distribución restringida y fraccionada.
En España cría sobre todo en los humedales del Golfo de Cádiz y de la costa mediterránea, con algunas pequeñas colonias en embalses y humedales del interior. En Huelva, el Paraje Natural Marismas del Odiel y su entorno albergan una de las mayores agrupaciones reproductivas de Andalucía, con varios cientos de parejas (varía mucho interanualmente); de esta colonia proceden la mayor parte de las aves que vemos en Mazagón en verano, si bien a ellos se unen los ejemplares que recalan en nuestras playas durante sus periplos migratorios.
El charrancito común es una especie cuya conservación sufre amenazas principalmente asociadas a la destrucción de hábitats litorales por el desarrollo urbanístico y otros usos, a las molestias humanas en zonas de reproducción (afectando especialmente a parejas que anidan en nuestras playas, muy sensibles al tránsito de bañistas, deportistas y mascotas) y a la depredación que sufren por parte de otros animales, entre los que hay que destacar los gatos domésticos asilvestrados, los cuales llegan a causar gravísimas mermas en colonias de cría como las de Marismas del Odiel o las Marismas de Isla Cristina.
En la provincia de Huelva se vienen anillando charrancitos desde hace décadas, contribuyendo a un mejor conocimiento de su biología, desempeñando en la actualidad la asociación SEO/Birdlife esta labor. Por otra parte, además de los programas de censo y conservación que desempeña la Administración andaluza, la joven asociación AHUNA lleva unos años ejecutando con voluntarios y administraciones locales interesantes actuaciones de señalización y perimetración de nidos y colonias situados en las playas de Huelva, así como de sensibilización entre usuarios de de los concurridos balnearios onubenses.
Cualquier
playa de Mazagón es idónea en primavera y verano para observar a la
especie y ser testigo de sus divertidos lances de pesca, pudiendo citar como
lugares especialmente favorables la Playa de Las Dunas y el abrigo de Puerto
Barato (donde se producen concentraciones de charrancitos alimentándose).
También en el puerto deportivo recalan algunos ejemplares aislados o en pareja,
y en la laguna de Las Madres y el Estero de Domingo Rubio no es raro avistar
individuos pescando o dándose baños de agua dulce. Eso sí, hoy en día no se
reproduce en nuestros arenales, siendo la ya citada de Marismas del Odiel la
colonia de cría más cercana a nuestro pueblo.