La Hdad. del Rocío de Moguer ha iniciado esta mañana su camino hacia la aldea arropando a su Simpecado de plata con una espectacular comitiva compuesta por más de 3.000 peregrinos a pie y unos 50 vehículos, una interminable sucesión de carros, carretas y romeros que ocupa casi 5 kilómetros de longitud.
Todo el pueblo ha salido a las calles para despedir a la hermandad moguereña que camina al encuentro de la Blanca Paloma como lo viene haciendo desde finales del s. XVII, con señorío y elegancia en los atuendos de sus romeros, los arreos de los caballos relucientes, las carretas llenas de ilusión rociera y los rostros de los peregrinos emocionados por poder vivir de nuevo las imágenes y sensaciones de uno de los caminos más bonitos que conducen hacia las marismas del Rocío.
La solera de la hermandad moguereña, cuarta en antigüedad entre las filiales del Rocío, y la singular belleza del Camino de Moguer hace que sean cientos las personas de otras localidades las que se suman a la comitiva que ha recorrido entre vivas, cantes y lluvias de pétalos las calles de una ciudad que vive como pocas el sentimiento rociero.
Tras la misa de romeros, la comitiva que presiden el Hermano Mayor Manuel Morales, el párroco José A. Omist, el grupo de mayordomos de este año que encabeza Leonardo López, y una amplia representación municipal con la presencia del alcalde Gustavo Cuéllar, ha vivido como cada año momentos especialmente emotivos al paso del Simpecado por la sede de la hermanas de la Cruz, en el antiguo colegio Pedro Alonso Niño, en la puerta del ayuntamiento, o en la casa de Manolo Batista, donde los piropos a la Virgen y los cantes y sevillanas en honor de la Reina de las Marismas han vuelto a llenar la mañana moguereña de alegría y sentimientos rocieros.
El Simpecado ha recibido también ofrendas florales de hermandades de penitencia, cruces de mayo, y del propio alcalde en nombre del Ayuntamiento, para encaminarse después a la ermita de Montemayor donde los romeros han saludado a la Patrona antes de adentrarse en las arenas del Camino de Moguer que desde hace más de 300 años recorren los devotos rocieros de la ciudad del poeta.
La parada para almorzar en El Milanillo servirá para recuperar fuerzas antes de reanudar la marcha de la comitiva hacia el paraje de Pino Gordo donde la hermandad de Moguer hace noche tradicionalmente, un espacio que ha sido preparado y limpiado por operarios municipales, que han instalado también una treintena de casetas para que los peregrinos puedan pernoctar con comodidad.
Moguer camina al encuentro con la Blanca Paloma y lo hace orgulloso de una historia rociera que lleva más de tres siglos escribiéndose con letras de oro gracias a la profunda devoción rociera de una ciudad que vive y siente como pocas la romería de Pentecostés.
El precioso carretón de la hermandad del Rocío de Moguer, con su valioso Simpecado de plata, es tirado un año más por la espectacular pareja de bueyes de la familia Cascarilla, unos magníficos animales domados especialmente para poder arrodillarse ante la Blanca Paloma en lo que se convierte sin duda en una de las estampas más característica de la peregrinación de Moguer ante la Reina de la Marismas.
Tras la noche en Pino Gordo y la misa del alba, la comitiva reanudará su camino para hacer entrada en el real del Rocío por la calle Moguer sobre las 15 horas, para vivir un nuevo encuentro con la Virgen que tendrá sus episodios más destacados con la presentación de la hermandad en la mañana del sábado y, sobre todo, con la visita de la Virgen del Rocío a la casa-hermandad moguereña momentos antes de regresar a la ermita tras su recorrido triunfal por la aldea.