En un experimento llevado a cabo por el CSIC, pollos de estornino negro emitieron señales para pedir alimento con una intensidad postural atenuada y un sonido característico cuando se les provocó una infección inocua bajo condiciones controladas de privación de alimento
24 octubre 2024
Un equipo científico del Instituto de Investigación de Recursos Cinegético (IREC) y la Estación Biológica de Doñana (EBD), centros pertenecientes al CSIC, ha realizado un estudio que revela que las señales que emiten los pollos de las aves para pedir alimento no sólo son indicadores de hambre, sino que también reflejan su estado de salud.
“En un escenario competitivo, los pollos se esfuerzan en demostrar que son más valiosos que sus hermanos, es decir, están más sanos, para atraer los recursos limitados que aportan los progenitores. Sin embargo, los miembros de una misma familia también comparten genes y un destino común, por lo que también deberían cooperar”, explica Tomás Redondo, investigador de la Estación Biológica de Doñana.
Se sabe desde hace tiempo que los pollos de las aves emiten señales de petición de alimento en función del hambre que tienen, pero ¿también revelan su estado interno de salud? ¿Les interesa hacerlo si con ello se quedan atrás en la competencia por el alimento? Esto es lo que se propuso averiguar el equipo científico. Para ello, diseñaron un experimento novedoso que tenía en cuenta varias variables que afectan a las señales que emiten las crías, como su estado nutricional o sus propias características individuales.
Durante el experimento, inocularon a pollos de estornino negro una vacuna que simulaba una infección inocua. En concreto, se les inyectó lipopolisacáridos, un antígeno que provoca una respuesta inmune sin causar daño. De este modo, los progenitores no podrían percibir directamente el estado de salud de la cría. A otros pollos se les inyectó un placebo para poder comparar sus sonidos. A continuación, el equipo científico observó el comportamiento de las crías en condiciones controladas de privación de alimento, teniendo también en cuenta la idiosincrasia individual de los pollos, ya que no todos responden igual al mismo tratamiento.
Los resultados indicaron que, para un mismo grado de hambre, los pollos que recibieron la vacuna pidieron alimento con posturas menos estiradas y emitieron sonidos con menos intensidad y una mayor entropía, relacionada con la dispersión de la energía, que antes de recibirla. Esto también se aplicaba cuando se comparaba con los pollos que recibieron un placebo.
Leer má: Estación Biológica de Doñana