El CSIC advierte del “estado crítico” de la mayor laguna de este espacio natural, aunque indica que la humedad remanente ha sido mayor este año.
La laguna de la Dulce, otra de las consideradas permanentes hasta hace poco, se ha secado por completo
Laguna de Santa Olalla el pasado lunes 7 de octubre // Alejandro Muñoz, Estación Biológica de Doñana - CSIC
09 Octubre 2024
Santa Olalla, la mayor laguna del espacio natural de Doñana, en Andalucía, ha cerrado el verano “en una situación crítica”, prácticamente seca y con solo una lámina superficial de humedad residual y barro, advierte la Estación Biológica de Doñana (EBD) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), organismo dependiente del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.
Esta laguna, la mayor de la región, se secó por completo dos años consecutivos, en los veranos de 2022 y 2023, algo que no se había registrado nunca desde que la EBD-CSIC comenzó a tomar datos hace 50 años. “Doñana está atravesando años muy duros. La combinación de una intensa y prolongada sequía y la sobreexplotación del acuífero están teniendo un gran efecto sobre el sistema de lagunas del espacio protegido”, explica Eloy Revilla, director de la EBD-CSIC.
La laguna de Santa Olalla era casi la única de las más de 3.000 lagunas de Doñana que solía mantener agua durante todo el año. La gran variedad de lagunas, tanto temporales como permanentes, permite conservar especies con ciclos de reproducción y desarrollo diferentes, más cortos o más largos, lo que convierte a Doñana en un refugio incomparable para la biodiversidad acuática. Sin embargo, en el verano de 2022, Santa Olalla se secaba por completo justo al final del ciclo hidrológico anual, que se mide de septiembre a agosto. La situación se repitió al año siguiente y, en la segunda semana de agosto de 2023, la laguna más grande de Doñana ya no tenía agua.
“El ciclo hidrológico que se acaba de cerrar, el de 2023-2024, comenzó por tanto con una Santa Olalla totalmente seca. La situación se mantuvo durante dos meses continuados hasta que las primeras lluvias caídas a mitad de octubre ayudaron a que el nivel del acuífero subiera y el agua comenzara a inundar la cubeta de la laguna. El máximo de inundación se alcanzó finalmente a finales de febrero”, indica Javier Bustamante, también de la EBD-CSIC.
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